Los hábitos de producción y consumo de alimentos continúan en movimiento como la vida misma. Luego de más de un año de altibajos y una crisis de salud pública sin precedentes, como lo es la pandemia de Cóvid-19, el interés hacia una vida más sana se fortaleció como un objetivo por alcanzar.
Si bien nos han enseñado que las frutas y verduras son los alimentos más nutritivos y saludables que puede haber, hay diferentes tipos de frutas y verduras, porque no todo alimento natural es necesariamente orgánico. Los procesos de cómo han sido cultivadas y procesadas afectan totalmente en sus repercusiones, es por eso que llegamos a los alimentos orgánicos.
Alimento orgánico
Se trata de cualquier alimento que se haya producido sin usar fertilizantes químicos para aumentar su crecimiento, pesticidas que eliminen las plagas (insectos, bacterias u otros seres vivos), o conservantes que aseguren una mayor duración.
Las prácticas agrícolas orgánicas no son nuevas, por el contrario, se remontan a la agricultura ancestral, como cultivaban las comunidades originarías, antes de la llegada de los suministros químicos. Estas prácticas se han retomando por diferentes razones, como;
- Consumir alimentos libres de químicos perjudiciales para la salud.
- Mejorar y respetar el suelo, la tierra.
- Reducir los impactos medioambientales de la agricultura convencional y promover ciclos de recursos autosostenibles, reduciendo el consumo de agua (por ejemplo).
- Para rescatar las semillas naturales y originarias. Los alimentos orgánicos no son producto de plantas ni semillas transgénicas.
Sin embargo, también existen ‘productos orgánicos’, que pueden salirse de la clasificación de alimentos, como pueden serlo los tintes o colorantes naturales, por ejemplo. La etiqueta de producto orgánico se refiere a productos libres de pesticidas, fungicidas, plaguicidas, fertilizantes sintéticos y cualquier químico o tóxico que afecte la salud (tanto de las personas, las plantas, los animales o el suelo mismo).
Agricultura orgánica: Una apuesta saludable y responsable
Ante la pregunta de si son más saludables los alimentos orgánicos que los producidos convencionalmente, el debate es amplio. Hay diversos estudios que demuestran pocas diferencias, desde la salud. Sin embargo, la agricultura orgánica es una puesta que involucra más dimensiones, como la económica, cultural, social y ambiental.
De acuerdo con la FAO, la agricultura orgánica es un método que evita el uso de insumos, como fertilizantes y plaguicidas sintéticos (se usan fertilizantes naturales y orgánicos), semillas y especies modificadas genéticamente, conservantes o aditivos alimenticios para reducir las repercusiones ambientales y sociales de la producción de alimentos.
Las razones, los beneficios, de promover la producción de alimentos orgánicos responden a varios frentes.
Por un lado está la salud, tanto de las personas consumidoras como de las productoras; también están los beneficios sociales y culturales, ya que se hace educación a través de este tipo de agricultura y permite la integración de diferentes tipos de personas, además del rescate de semillas ancestrales (como las papas pepinas, los cubios y otros); están los beneficios económicos, y en el caso de la Huerta Don Iván se extiende también a sus más de 20 aliados, pequeños productores rurales; y claramente, la motivación medioambiental es una de las más importantes, tanto en la gestión de recursos, como el agua o la tierra misma, el aumento de la masa verde o la producción de oxígeno.
Adicionalmente, en la posproducción se agregan otros factores como la reutilización y el reciclaje de elementos como el cartón y los envases de vidrio.
Se trata de una apuesta de economía circular desde la cual se busca reducir, reutilizar, reparar (el medioambiente), rediseñar (productos y servicios), renovar, recuperar (materias primas) y por último, reciclar, tanto como sea posible (Las 7 erres de consumidores y productores ecológicos).
¿Qué tipos de alimentos orgánicos hay?
Pueden ser frutas, verduras, hortalizas, aromáticas, especias, cereales, semillas, aceites, lácteos y sus respectivos derivados como frutas secas, deshidratados, pulpas, o conservas, solo por mencionar algunos.